FOTOGRAFÍA DEL FONDO: Sodoma y Gomorra en llamas por Daniel van Heil, 1650
AVANCE INFORMATIVO: En el contexto actual de la Diócesis de Zaragoza, se percibe un deterioro moral que resuena con los ecos de Sodoma y Gomorra, aquellos símbolos bíblicos de la decadencia moral. Esta situación, que venimos documentando rigurosamente, refleja no solo un pasado, sino un presente en el que la oscuridad parece prevalecer sobre la esperanza del Pueblo de Dios que peregrina en España. Este faro satánico, que nubla la visión espiritual de la comunidad, ha sido testigo de diversos casos de perversión sexual dentro del clero, conocidos por todos y tolerados, sorprendentemente, por aquellos en posiciones de poder. Más tarde, hoy mismo a la 1 de la tarde hora de Santiago, recuperaremos sendos ejemplos de abusos sexuales en instituciones educativas de la Iglesia en Zaragoza, incluyendo dos muertes por sida de dos destacados miembros de la jerarquía por frecuentar lugares de cruising sexual. En los medios de la Iglesia como es lógico, poco menos que proclamaron su santidad.
Buena lectura.
Jacques Pintor
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Zaragoza: Una Nueva Sodoma y Gomorra
ESTE ARTÍCULO SE PUBLICA POR PRIMERA VEZ EN ESTE PORTAL EL DÍA 12 DE SETIEMBRE DE 2024
Zaragoza Una Nueva Sodoma y Gomorra
El actual Arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano, no solo es consciente de estos hechos que mencionamos, sino que sugiere, a través de su inacción, una complicidad que se remonta a su propio pasado, cuando posiblemente fue víctima de abuso por parte del ex sacerdote Amadeo Elcoso en Monzón, durante su etapa como monaguillo. Escribano, lejos de condenar estas prácticas, ha optado por reubicar a los clérigos involucrados en actos reprobables, y mantiene una relación cercana con figuras como el sacerdote que montaría orgías en su piso y tiene sexo con varones, Enrique Ester, y el canónigo de El Pilar, José Antonio Calvo, conocedor de la situación como el que más al guardar el documento de 200 páginas nunca publicado que prometió mostrar el arzobispo emérito Vicente Jiménez. Calvo cena semanalmente con Enrique Ester.
Es imperativo recordar que las leyes de la Iglesia han evolucionado. Lo que en tiempos pasados podía considerarse un acto de misericordia o tutela, hoy es inadmisible tanto en la ley civil como en la canónica. Si bien es cierto que no se puede aplicar la ley de manera retroactiva, resultando errónea la condena de obispos que actuaron conforme a las normativas de hace décadas, es innegable que los delitos actuales en la Iglesia Católica constituyen, bajo la hermenéutica eclesiástica, pecados mortales. Estos actos no solo destruyen la Gracia Santificante en el alma de quienes los cometen, sino que además escandalizan a los fieles, alejando a muchos de la fe.
"Mors certa, hora incerta" - la muerte es cierta, la hora incierta. Así como la justicia civil no tolera estas acciones, la justicia divina tampoco lo hará. La condena es inevitable para aquellos que, en su ceguera moral, arrastran a otros hacia el abismo.
En un mundo donde más de cuatro mil millones de personas siguen la hermenéutica bíblica, tanto cristianos, judíos como musulmanes, el peso de estos pecados es incalculable. La sentencia, como dicta la tradición, es clara: malditos sean.
Continuará ...
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