Jacques Pintor, periodista
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Ofrecemos en esta Entrada todo lo referente al cardenal Omella, como ya hicimos con el padre jesuita Germán Arana en la Entrada de este Blog que podrás revisitar haciendo clic en este enlace aquí.
Todo ello como parte de esta investigación periodística de la que se ha publicado un primer volumen en un libro referenciado a pie de página. El cardenal Omella personaje principal de la conocida como "trama maña" contra el exarzobispo Ureña por un juego de envidias y ambición, cohecho y favoritismo, ocultación y mentiras, calumnias y difamaciones, afán de poder y psicopatía en el que él ha sido participante.
La oportunidad de esta Entrada viene del hecho que el cardenal Omella sigue querellado aunque la página de su arzobispado de Barcelona lo niega en lo que constituye una mentira en forma de Nota de Prensa. Así, el arzobispado de Barcelona comunicó que el cardenal Omella ha probado su inocencia, mientras que la realidad es otra, y es que el cardenal sigue encausado en el Tribunal Superior de Justicia de la región de Cataluña en España puesto que se presentó un Recurso contra el Auto de archivo por irregularidades procedimentales. De ello el arzobispado no informó, y sigue ofreciendo su falsedad al público.
Las páginas citadas hacen referencia a la última versión de mi libro "Complot de Poder en la Iglesia Española. Barco contra Omella", al que se puede acceder a través de la página de Amazón enlazada al final de esta página, y haciendo clic en este enlace también aquí.
¡Buena lectura!
PÁG 1, 2, 3: El actual arzobispo de Barcelona en España, el Cardenal Juan José Omella fue objeto de una querella y acudió al Juzgado de Barcelona en España el 12 de julio de 2019 como investigado, acusado de un delito de Falsedad Documental tipificado en el artículo 392.1 del Código Penal español. Está acusado de haber presuntamente recibido o haber simulado recibir un documento acusatorio contra un sacerdote de su diócesis a quien le leyó la acusación pero no se la entregó ni se le permitió tenerla por escrito, así como de no haber facilitado a Roma la información aportada por este sacerdote que le exculpaba definitivamente. Y está acusado también de otras cosas, como veremos. Este sacerdote secularizado de manera irregular, en forma que él no admite, se ha querellado así contra el cardenal arzobispo de Barcelona Monseñor Juan José Omella en base a que si esa información hubiera sido entregada no se le podría haber castigado por algo que el mismo Omella al final ha tenido que demostrar que no ocurrió.
Y el cardenal Omella ha tenido que demostrar su propia inocencia respecto a haber o no haber entregado una información a Roma, presentando un Recibí del Vaticano por los documentos oficiales de las pruebas periciales de paternidad del verdadero padre de la criatura –en el acto de la vista ante la Jueza admite el cardenal Omella haber pedido el Recibí de Roma posteriormente-. Estas pruebas periciales no dejan lugar a duda alguna sobre la falsedad de la acusación contra el reverendo Miguel Ángel Barco. Paradójicamente Omella ha “demostrado” su inocencia demostrando la del reverendo Miguel Ángel Barco. Pero su inmisericordia pasará, admiten muchos, a los anales de la historia. Como lo hará también la valentía del sacerdote Barco que defiende como felino panza arriba su vocación sacerdotal.
Sorprendentemente, en la reunión que sostuvo el cardenal Omella con el Dr. Vladimir Lamsdorf-Galagane, abogado del sacerdote Miguel Ángel Barco, se le hizo saber que recaían sobre el reverendo Barco “otras” acusaciones que “por discreción y respeto a las personas” no podía comunicársele. Nada más absurdo.
Cuesta entender el móvil de este drama. Lo que sí parece cierto es que si Miguel Ángel Barco probara sus acusaciones contra Monseñor Omella, podría salir a la luz también que no había motivo para obligar a renunciar al arzobispo de Zaragoza Don Manuel Ureña en 2014, en cuya diócesis estaba M. A. Barco de párroco en comisión de servicios en esos momentos. Y podría muy bien quedar demostrado este punto puesto que Miguel Ángel Barco puede muy bien ser un cabo suelto, un chivo expiatorio sin inmolar ante los ojos de lobos hambrientos por destronar al ex arzobispo D Manuel Ureña por motivos personales.
Así, solamente se explicaría esta conspiración para defenestrar al anterior arzobispo de Zaragoza Don Manuel Ureña por la inquina que pudiera tenerle su antecesor en el mando de la diócesis, el ya fallecido Monseñor Elías Yanes, y la ambición del mismo cardenal Omella de ocupar la sede de Zaragoza. En su tiempo Omella había sido obispo auxiliar de Monseñor Elías Yanes y durante la trama, antes de ser destinado a la diócesis de Barcelona, había sido obispo de Logroño-La Calzada, desde donde dirigió la recopilación de datos e informaciones en contra del arzobispo Ureña. Omella ambicionaría, explican los locales, ocupar la silla de arzobispo de Zaragoza o de Toledo en lugar de Ureña. No lo logró, pero lo que obtuvo al acabar la trama superó con creces lo que habría soñado como se verá.
PÁG. 7-8: Un juzgado civil de Barcelona interrogó el 12 de julio de 2019 al cardenal Juan José Omella sobre la querella por la que se le atribuye una intención maliciosa de dañar a la persona del reverendo Miguel Ángel Barco, “la intentio damnanti”. Esto “en el caso de que el cardenal hubiese leído al querellante Miguel Ángel Barco un pliego de cargos distinto del llegado de Roma (o incluso falsamente enviado de Roma) para prevenir cualquier defensa eficaz contra los cargos auténticos que pudiesen tener en la Congregación” - reza la querella en su página 4 de 5, firmada por el abogado del sacerdote Miguel Ángel Barco, Dr. Vladimir Lamsdorff-Galagane.
PÁG. 8: Tras el acto de la lectura por parte del Arzobispo de Barcelona Omella de las acusaciones a Miguel Ángel Barco unos meses antes, fue este reducido al estado laical sin posibilidad de defenderse eficazmente en el proceso canónico: ello implica ser desprovisto de todas las prerrogativas de sacerdote y la prohibición de aparecer o actuar como tal ya para siempre, además de un grave perjuicio moral por despido improcedente, sin mencionar la indigencia financiera al ser desprovisto de toda aportación mensual por ser la labor de un sacerdote en España una relación no laboral con la Iglesia Católica sin, por tanto, derecho a finiquitos o a subsidio de desempleo.
PÁG. 10-11: En toda esta trama oscura cuyos efectos en la superficie estamos ahora analizando, concurre el hecho que Omella fue el actor principal como colaborador directo del jesuita español amigo del Papa Francisco, Padre Germán Arana, rector del Seminario Pontificio de Comillas de los jesuitas en Madrid. El objeto de la asociación del Padre Germán Arana -con tristes vínculos con Chile en el caso de la consagración del arzobispo de Osorno, monseñor Barros- con Omella era que este coordinara la operación para recabar información contra el entonces arzobispo de Zaragoza en España, Monseñor Manuel Ureña. Recordemos que el cardenal Omella había sido obispo auxiliar de Zaragoza con Monseñor Elías Yanes de arzobispo. El sacerdote ya secularizado y ahora querellante M. A. Barco sería la pieza clave entorno a la cual se hicieron girar los argumentos utilizados en contra del entonces arzobispo de Zaragoza Manuel Ureña Pastor.
PÁG 11: Al recién estrenado cardenal Omella (27 junio 2017) se le acusa ahora concretamente de rechazar unas pruebas periciales de ADN que refutaban la paternidad de Miguel Ángel Barco, conocido como “el cura de Épila”, sobre una niña. Estas pruebas habían sido reconocidas con anterioridad ante el Juzgado de Alcalá de Henares a petición de la madre de la niña y por el mismo obispo de esa diócesis Juan Antonio Reig Pla, del cual dependía en todo momento M. A. Barco aunque hubiera estado destinado durante el curso de los acontecimientos de esta “trama maña” a la población de Épila en la Diócesis de Zaragoza por comisión de servicios.
+PÁG.11: La representación actual del sacerdote M A Barco, el abogado Vladimir Lamsdorff, concluye en la querella que
«estas acusaciones han sido hechas a sabiendas de su falsedad y con temerario desprecio de la verdad. (...) existe la muy fundada sospecha que el autor de las falsas acusaciones es el cardenal Omella, puesto que según el canon 1718 del Código de Derecho Canónico de la iglesia católica le corresponde al obispo del lugar iniciar la investigación por delito eclesiástico (Jiménez de Zaragoza, o Reig de Alcalá como diócesis de origen), y ellos desmintieron cualquier resto de inculpación contra Barco».
PÁG. 13-14: Miguel Ángel Barco pudo grabar la ignominiosa lectura de autos, para poder defenderse como corresponde. Las palabras que salieron de la boca de Omella fueron:
«1.- El 18 de diciembre de 2015, un eclesiástico del que consta su credibilidad, declara que el sacerdote acusado le dijo: “Que desde hacía un año aproximadamente o algo más estaba teniendo una relación afectiva con una chica de su parroquia mayor de edad (19 años), y que había tenido varias relaciones íntimas con ella y, fruto de una de ellas, la chica estaba embarazada”.
»2.- Con fecha 30 de octubre de 2016, otro clérigo del que se ha comprobado su credibilidad declaró: “El 7 de septiembre de 2016, hablé con Don Miguel Ángel Barco López, quien me comunicó que había tenido una relación con Doña X Y Z, y como consecuencia, ésta había quedado embarazada”. Esta información la conocían también el vicario general de la diócesis, Monseñor Florentino Rueda Recuero y el Reverendo Pablo Ormazábal Albístur, amigo personal de Don Miguel Ángel.
»3.- Con fecha 5 de noviembre de 2016 otro clérigo de cuya credibilidad no se duda declara: “Monseñor Manuel Ureña me dijo: ‘No entiendo cómo acusan a Miguel Ángel Barco de ser homosexual, siendo que es padre de una niña’”
»4.- Además de estas declaraciones en este expediente constan dos hechos significativos ocurridos en el mes de octubre de 2006, poco tiempo después de que Doña X Y Z quedara embarazada: a. El asalto de la casa del sacerdote y los maltratos que este sufrió cuando los familiares de Doña X Y Z tuvieron noticia del embarazo de esta. En estos hechos intervino la policía y los servicios sanitarios del lugar; b. la denuncia contra el sacerdote ante autoridades civiles por parte de un familiar de la madre de la niña».
PÁG. 16: Casi cuatro meses después, el 15 de noviembre de 2017, en el transcurso de una conversación a tres entre el ahora abogado de Barco Vladimir Lamsdorff-Galagane, el cardenal Omella y su vicario judicial el reverendo Santiago Bueno, el mismo Omella reconoce irregularidades en todo el proceso. En ese acto la defensa de Miguel Ángel Barco aporta a Omella el documento también de la Diócesis de Alcalá de Henares solicitado por el propio M. A. Barco que acreditaba que nunca había investigado la Diócesis al imputado, ni le había atribuido nada relacionado con la madre de la criatura y este sacerdote, y que nunca hubo nada contra él que la Diócesis conociera.
+PÁG. 16: Para más inri, Santiago Bueno sí admitió conocer tal documentación proveniente de la diócesis de Alcalá y que desmontaba la acusación que acabó con la secularización de Barco, arguyendo que el cardenal Omella no la había considerado porque “no interesó”.
Ante la incongruencia de, por un lado haber recibido el encargo del Vaticano de informar a Miguel Ángel Barco y transmitirle la sentencia por la cual se le secularizaba, y por otro lado decir ahora que no son competentes ni para simplemente llevar a Roma la documentación-pruebas de descargo, el abogado Vladimir Lamsdorff-Galagane se ofrece a llevarlo él mismo a Roma. Ante este ofrecimiento el cardenal Omella pone la condición que Barco deje de decir misa para no estar en rebeldía.
PÁG. 18: Stella movió los hilos dictando lo que había de hacerse en la "trama maña" en Zaragoza, de la que Barco es una víctima directa. La presión sobre Barco por parte de Omella se centraba en que no dijera misa, amenazándole Omella, con expresión atropellada y confusa, con hacer pública la condena en bando oficial si celebraba. Ello para no tener que reportar al cardenal Stella que había incumplido con su misión de intermediario y verdugo:
«Si él se compromete a no celebrar la misa, él no puede celebrar, pero si él no se compromete, si él lo hace, yo tengo que comunicar en el Boletín Oficial [de la Arquidiócesis de Barcelona] esa situación, porque normalmente esto…».
+ PÁG. 18: Este lenguaje poco articulado del cardenal Omella reflejaba duda, nerviosismo y apremio, y pasa del ataque a la defensa de Barco de una frase a la siguiente:
«Yo creo que merece todo respeto su conciencia y su persona. Entonces yo no lo voy a hacer público [que lo hace público más tarde]. Porque ahora mucha gente dirá, ¿y quién es este? aquí en Barcelona. Pero claro, si el me reta… (…) Y es más: si él va también a Tarragona, o a Segur de Calafell, entonces tengo que hacer el comunicado al obispo de la diócesis. Y ahora lo que tengo que hacer es comunicarle, decirle [a la Santa Sede], “no ha venido a firmar… mandó un abogado para ver si esto ta, ta, ta” … Pero además diciendo que él de alguna manera quiere continuar porque es in aeternum sacerdote, y yo tendré que hacerlo… la comunicación (…)
«Vamos a ver. Si él en su casa celebra misa, mal hecho. Allá él. Es como el cura que dice “yo de noche en la parroquia me voy por ahí, nadie se entera” … y dices, “hombre, mal hecho. No nos hemos enterado”. Se ha ido a otra ciudad fuera de Barcelona… pero le tengo que llamar inmediatamente. Como sepa que ha celebrado en algún lado, inmediatamente lo publico».
Intento de soborno del cardenal Omella al Rvdo. Barco
PÁG. 19: El cardenal Omella pone, en una reunión posterior, a Barco de frente a la visión de tener un trabajo atendiendo como laico el servicio religioso de un hospital, y ofreciéndole dinero negro cada mes independientemente del monto de su salario en ese hospital, lo que Barco rechaza por dignidad humana y porque no acepta el soborno de admitir una culpa que no es suya y como pieza de una trama criminal. Y Barco lo rechaza aun siendo la alternativa quedarse sin sueldo ni subsidio de desempleo, al ser la relación de un sacerdote católico con su obispado una relación no laboral en España, solamente de voluntariado. Actualmente vive de la limosna de familias amigas, y sin casa propia.
El cardenal Omella reconoce que no se seculariza a un cura por tener hijos
PÁG 21: Veíamos más arriba que el cardenal Omella sugería que había más cargos contra Barco, y pretendía que no decírselos era por una cuestión de respeto hacia su persona. Contrariamente a lo que defiende Omella, la Prensa española se hace eco de que se condenó al sacerdote Miguel Ángel Barco a perder su condición pública de sacerdote por tener un hijo. Sin embargo, en la reunión del abogado de M. A. Barco, Dr. Vladimir Lamsdorff-Galagane, con el cardenal Omella y el vicario judicial de la diócesis de Barcelona, el reverendo Santiago Bueno el 17 de noviembre de 2017, el cardenal Omella había quitado importancia al hecho de que un cura tenga un hijo. Así, Omella le dice al Dr. Lamsdorff-Galagane:
«por tener un hijo, no lo secularizan a uno. Yo creo que no… Normalmente no. Tiene que haber otras cosas. Esas otras cosas me imagino que deben estar, porque si no, no hacen esto por un hijo. Cuantos… perdón, algunos sacerdotes, pues han tenido esa debilidad, tienen un hijo, hemos conocido, yo conozco alguno. Y siguen ejerciendo el ministerio. Y ellos han resuelto el tema ese. Yo creo que por eso no tiene que ser»
«Me han llegado voces también de Cartagena-Murcia pero mi ministerio me ha impedido viajar hasta allí con ese propósito; (…) De tales confidencias he alcanzado las siguientes convicciones morales; (…) Puedo testimoniar que un sacerdote de Alcalá me contó que escuchó directamente de labios de una enfermera que esta había asistido a una operación quirúrgica; (…) También escuché de una religiosa que recibió una confidencia semejante de un (…); Tanto la religiosa y el sacerdote no son personas difamadoras sino dignas de todo crédito (…)».
Graves contradicciones en la declaración de Omella
PÁG 22: M. A. Barco me explica en una entrevista personal en exclusive que en la Sala del Juzgado número 10 de Barcelona el “no sé” era la respuesta por excelencia por parte del cardenal Omella. Cuando el abogado Vladimir Lamsdorff-Galagane le preguntó si había entregado a Roma documentos adjuntos con el pliego de defensa, y si recordaba si había unas pruebas de la madre de la criatura identificando al padre biológico, contestó Omella sorprendentemente que sí. A la pregunta de si
«¿Recuerda si había otras acusaciones contra M A Barco? »
Omella respondió que
«No, no había otras acusaciones».
Y ante la pregunta más concreta de
«¿Y no quedaban algunas que usted conociera? »
también respondió Omella negativamente:
«No, no».
Vladimir Lamsdorff enfrenta a Omella con su contradicción
PÁG. 24: Es aquí cuando en plena vista con la Jueza, el abogado de Barco, Vladimir Lamsdorff-Galagane, enfrenta al cardenal Omella con su contradicción diciéndole
«Pues mire aquí tengo la grabación y la transcripción, usted es conocedor, dice que Miguel Ángel Barco acate la pena, aun dada esta irregularidad y que de aquí un año se buscaría una revisión de su situación [de la secularización de Barco] ».
Ante ello la Jueza preguntó sorprendida al abogado de Barco si además de la transcripción tenía el CD a lo que este contestó afirmativamente.
«Démelo por favor»,
pide la Jueza, y le pregunta a Omella
«Usted no tendrá ningún documento que certifique su entrega a Roma de ese expediente».
Ante la respuesta de Omella de que sí que disponía de un documento tal, añadió
«pues yo lo quiero».
A lo que Omella respondió,
«se lo haré llegar»,
PÁG. 24 -25: Lo curioso es que el cardenal Omella en la sala de la vista, aun admitiendo que había pedido a posteriori el recibo y pareciendo haber sugerido que disponía del mismo con un ademán de entregarlo in situ en la sala, no hizo finalmente gesto de querer entregarlo efectivamente.
La pregunta que le hace la Jueza fue
-«Usted entregó o no entregó la información de M A Barco».
-«La entregué».
-«¿Tiene un recibí?
-«Lo tengo».
Para el cardenal Omella, el Rvdo. Miguel Ángel Barco no mostraba interés en su propia defensa
PÁG. 29: Echa en cara el cardenal Omella al Rvdo. M. A. Barco ante su representante el abogado Lamsdorff en esa reunión de 17 de noviembre de 2017 que
«Él [Barco] tampoco ha hecho por indagar, por ir a ver. Y se escuda en que le hacen una acusación infundada. Él, de alguna manera busca agarrarse donde sea. Pero él no hace nada por aclarar el tema. (…) La Congregación [para el Clero en el Vaticano] deben de tener otros datos, -se lo digo yo, como se lo he dicho a él- “que tú no reconoces o no conoces”, no lo sé, y que yo no conozco. Yo este expediente no lo conozco. Y a mí siempre me ha extrañado que él no se haya movido».
PÁG. 30-31: Sin embargo, Miguel Ángel Barco ha demostrado con pruebas del ADN realizadas al padre verdadero que él no es el padre de una supuesta hija, pero Omella critica lo uno y lo otro, el que se defienda y el que no lo haga, y rechaza de una extraña manera que se crea que se ha relegado al sacerdote a un estado de indefensión:
«Él se ha obcecado con el tema de la niña. Ese tema es un aviso [la acusación de paternidad], para que él reaccionase, si quería reaccionar, para que se defendiese… al final lo iban a poner todo [las cosas desconocidas de que se le acusa] y por discreción no las han puesto. A veces lo hacen un poco por discreción y por prudencia».
Sin embargo, si algo ha quedado meridianamente claro hasta el día de hoy es que Barco se ha aferrado a su sacerdocio con fuerza, y lo ha defendido persistentemente sin dejarse hundir por el agotamiento y la humillación de todo el proceso. Como botón de muestra de este esfuerzo sin tregua por mostrar en justicia su inocencia vemos que en carta a Omella el 29 de septiembre de 2018 Barco le expone entre otras cosas:
«El pasado 14 de septiembre se cumplió un año de aquella amarga jornada en la que usted me comunicó en persona que la Congregación para el Clero había decidido presentarme un documento para mi dimisión del estado clerical.
»Desde el primer momento le expresé a usted mi voluntad de no abandonar la vida sacerdotal, y mi perplejidad ante dicha comunicación (…) Usted aludió a “otras supuestas razones” contra mí, pero que no se me comunicaban por delicadeza y respeto. Aunque así fuese, dejar de comunicar posibles acusaciones, provoca una indefensión total por mi parte, pues no puedo defenderme de acusaciones que se me impide conocer (…) Y tampoco eran acusaciones respaldadas por personas concretas, lo cual es totalmente contrario a lo estipulado en el canon N.º 1554 del CIC, y por lo que dichas acusaciones resultarían nulas (…)
»En toda esta situación tan apurada para mí, sigo manteniendo mi firme voluntad de continuar desempeñando el ejercicio de la vida sacerdotal, ya que fue la opción de vida que el Señor Todopoderoso me hizo ver como camino de mi vocación (…) es por lo que de nuevo le ruego que con su imprescindible ayuda retomemos las gestiones oportunas con intención de buscar una solución a mi situación eclesiástica.
»También le rogaría me informase de la manera más fidedigna de hacer llegar en mano al Santo Padre unos informes muy personales que en fidelidad a Dios y a la Iglesia debo depositar en las mismas manos del Romano Pontífice. (…)» Firmado: Mn. Miguel Ángel Barco López
PÁG. 32: Omella menciona una supuesta rebelión de Barco contra el arzobispo de Zaragoza ya en 2015, desmentida sin embargo por el mismo obispo de Zaragoza en la Cadena Ser Radio. Omella señaló con una percepción errónea de los acontecimientos,
«Y luego en aquel momento, toda la pelea que tiene con el arzobispo de Zaragoza, el actual, que le quiere quitar del pueblo [Épila] y él [Miguel Ángel Barco, supuestamente] se revela. Y ante esa rebeldía y esta salida en los periódicos, el obispo dice: “hasta aquí hemos llegado. Tú no eres de esta diócesis. Tú te vas, y te quito las licencias. Aquí no vas a seguir trabajando”. Estas actitudes van sumando. Yo solo conozco estas tres. Que además son públicas, y el obispo de Zaragoza me lo dijo. Todo esto llega a Roma… y lo que conozco yo de Alcalá… y hacen un sumario y dicen: con este tío no podemos contar, perdón, con este sacerdote, con esta persona no podemos continuar».
Contrariamente a lo que manifiesta Omella, el Arzobispo de Zaragoza cerró el caso y reconoció el buen hacer de Miguel Ángel Barco cuando este llegó al término de su labor desarrollada en comisión de servicios en Zaragoza y volvió por esa razón a su diócesis de origen, Alcalá de Henares. Y ello lo dijo públicamente el arzobispo de Zaragoza en las ondas de Cadena Ser en una entrevista realizada el 27 de febrero de 2015.
Continuará...
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