Indeed Parliamentary democracy has flourished under party government. That is to say, it has flourished so long as there is full freedom of speech, free elections and free institutions.
So we must beware of a tyranny of opinion which tries to make only one side of a question the one which may be heard. Everyone is in favour of free speech. Hardly a day passes without its being extolled, but some people’s idea of it is that they are free to say what they like, but if anyone says anything back, that is an outrage.” WINSTON CHURCHILL
["La democracia parlamentaria ha florecido bajo el gobierno de los partidos. Es decir, ha florecido mientras ha habido plena libertad de expresión, elecciones libres e instituciones libres. Por lo tanto, hay que tener cuidado con la tiranía de la opinión que intenta hacer que sólo se escuche una parte de la cuestión. Todo el mundo está a favor de la libertad de expresión. Apenas pasa un día sin que se ensalce, pero la idea que tienen algunos es que son libres de decir lo que quieran, pero si alguien dice algo en contra, eso es una barbaridad.]
Corren tiempos en los que el pene, o la vagina se llevan por sombrero en el caso de muchos. Se piensa con los genitales y así se discurre y los argumentos más peregrinos, engarzados de insultos se hacen valer en discursos vacíos de contenido que lo único que mueven son los resortes del narcisismo de personas ya marchitadas intelectual y físicamente, como el periodista que nos ocupa, Àngel Casas. Citamos aquí un artículo de hace un tiempo, en el que el periodista Àngel Casas arremetía contra el obispo de Alcalá y se quedaba tan tranquilo. Con un lenguaje chulesco y amparado detrás de su condición de periodista, este caballero se comportó como un cerdo y sus superiores en el periódico "La Vanguardia" ampararon sus faltas de respeto con la libertad de expresión. El colaborador de este portal Jordi Picazo escribió en su día al Defensor del Lector de "La Vanguardia", que pasó la pelota a otro responsable del rotativo, quien respaldó las expresiones babosas propias de una mente retorcida o de un impotente sexual que arremete contra lo que le pica.
Aquí el artículo del deplorable Àngel Casas, un cerdo donde los haya. En una Entrada próxima, las cartas de Jordi Picazo al Defensor del Lector en "La Vanguardia" del momento, y al jefe de la sección de Opinión en esos días. Más adelante aun, la comunicación de apoyo de Jordi Picazo a la diócesis de Alcalá, que como es habitual, no dijo ni mu, ni contestó a Picazo. Cada uno a su bola. Es lo que se lleva.
Yanelis T.
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Artículo del periodista Àngel Casas, propio de un reprimido sexual
"Como un obispo en una cacharreria". Los resaltados son nuestros]
ÀNGEL CASAS,Barcelona - 13/07/2018 - 00:02 h
Hay que ver cómo son los católicos con su obsesión por lo que ellos califican de pecados de la carne. Me refiero al fornicio, a la lujuria, a la concupiscencia. En fin, a la jodienda y sus circunstancias. En este sentido, el personaje que no tiene desperdicio es el obispo de Alcalá de Henares, señor (o monseñor, o excelencia reverendísima, que no sé yo exactamente, es que me pierdo en el laberinto de los tratamientos eclesiales) Juan Antonio Reig Pla, un pozo sin fondo del flagelo multisexual, un alicantino universal que ha llevado el anatema contra los practicantes del coito a las más altas cotas de la idiotez y la bufonada. Si será grotesco el discurso habitual de monseñor, que un creyente tan acreditado y patriótico como José Bono declaró el otro día en la Sexta que el susodicho obispo tiene la cabeza llena de semen. Y no creo que se refiriera a que monseñor en lugar de brillantina usaba semen, no, sino que en su testa consagrada en lugar de riego sanguíneo fluía el riego seminal. No, no se rían porque la frase tiene su miga y a uno le vienen arcadas si se imagina a monseñor paseando por su sede episcopal y de sopetón se le viene encima una lámpara votiva, cuya base todo el mundo sabe que tiene una punta metálica afilada y semiasesina, y le abre una brecha en el cráneo, Dios no lo quiera, y en lugar de brotar sangre y dejarlo todo enrojecido y sanguinolento, empieza a manar un líquido viscoso y blancuzco que le deja el solideo violeta, o la mitra y el palio arzobispal hechos unos zorros. ¡Jo, qué asco! Es que no me lo puedo ni imaginar: el semen episcopal, a borbotones, esparcido por doquier. Y las pobres monjitas limpiando con esmero, que no exagero, que las vi limpiar altares en la visita papal de Barcelona, pero preocupadas por la pegajosidad. ¡Cuidado hermanas, que esto fecunda! A mí como si entre ellos quieren llamarse de tú, pero entiendo que José Bono, señalado con saña por el periodismo más ultra de Madrid, ha puesto el dedo en la llaga, porque, desde hace mucho tiempo, el obispo Reig entra en el pantanoso terreno de la sexualidad humana como un elefante en una cacharrería. La última ya la conocen, la promoción de una asociación de sexólicos anónimos –¿mande?– en la que, a través de una serie de reuniones, hola, me llamo Serafina y me encanta fornicar, uno/una se libera de la lujuria y recupera la sobriedad sexual, o sea, el celibato. Des de la página web del obispado, monseñor promete un método infalible para combatir no sólo la pornografía, la masturbación, la promiscuidad, las fantasías sexuales y la prostitución, sino, también, las relaciones de pareja y el romanticismo. Un totum revolutum más propio de un esquizofrénico que de un funcionario de la fe, que, antes de opinar de algo en lo que teóricamente no tiene por qué tener ni puñetera idea, debería vigilar el armario de la cofradía que está repleto de cadáveres que sus colegas han propiciado pasándose por el forro sus propias e imposibles doctrinas sobre la relación humana más antigua del mundo. Cuando los suyos hayan reparado sus fechorías de pederastia inacabable, de crueldad infinita hacia los más débiles, pida permiso para hablar, pero mientras tanto, monseñor, o su excelencia reverendísima, ¡será por tratamientos!, métase su homofobia donde le quepa. Avergüéncese de sus teorías aberrantes sobre como curar la homosexualidad o cómo volver a ser virgen una segunda vez en cinco pasos –sin intervenciones quirúrgicas ni pegamentos– y no se vanaglorie de que Blas Piñar saliera llorando emocionado de una de sus homilías. Es como si el exministro Catalá se sintiera orgulloso de haber firmado en su último día, de tapadillo, con premeditación y alevosía, la concesión del ducado de Franco a la nieta Carmen Mastínez-Bordiú, que vergüenza debiera darle al exministro.
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