En una Entrada reciente establezco el paralelismo entre la cruz de dos hombres, el Rvdo. Miguel Ángel Barco y monseñor Ureña. En un caso tenemosu, el soborno que quiere ejercer el cardenal de Barcelona Juan José Omella sobre el Rvdo. Miguel Ángel Barco: Omella le puso de frente su situación de indigencia económica en que le ha dejado eliminándole la nómina de sacerdote, en contraste con la oportunidad de obtener una situación "arreglada" ofreciéndole un trabajo en un hospital y dándole dinero negro cada mes para ayudarle aún más. La única condición: que acepte la carga de culpa que no es suya y acate las órdenes del cardenal Stella aceptando la reducción al estado laical aun habiendo aportado pruebas irrefutables de la falsedad de la acusación.
En el otro caso tenemos un pretendido soborno (no hubo tal, y lo demostramos en esta Entrada de hoy) de monseñor Ureña al exdiácono de Épila, Daniel Peruga, para que no se ordenara presbítero debido a su abierta homosexualidad activa. Puedes revisitar la Entrada anterior haciendo clic aquí.
El mismo Papa Francisco llama al arzobispo Ureña un viernes para que fuera a verle el siguiente martes, en noviembre de 2014, echándole en cara Francisco a Ureña,
«ha sobornado usted a un diácono».
Un día después, Ureña era expulsado de su silla de arzobispo de Zaragoza. Aquí cabe decir que Ureña obedeció "órdenes", las del cardenal Stella, que le dijo que en breve quería ser informado de que Ureña había prohibido a Peruga el acceso al sacerdocio, y le había ofrecido suficiente dinero para que pudiera vivir y formarse unos años en alguna materia, evitando así, por ejemplo, decía Stella, que dado su calado moral entregara su cuerpo a la prostitución.
Así, aporto aquí la carta obtenida por mi equipo y remitida por el exdiácono Peruga al Papa Francisco donde manifiesta actuar con plena libertad no queriendo acceder al sacerdocio ministerial. y pidiendo al Papa la gracia de la reducción al estado de laico y la dispensa del celibato.
La carta de Daniel Peruga está firmada en Zaragoza el 4 de noviembre de 2014. Sin embargo, el Papa Francisco llama al arzobispo de Zaragoza 3 días después acusándolo de sobornar a Peruga. 4 días más tarde, 7 en total desde que Peruga firma su carta, Ureña era obligado por el Papa Francisco a firmar su dimisión bajo pena de ser también reducido al estado laical, y aduciendo razones de salud.
Carta de Daniel Peruga (Dani Pater en Facebook) al Papa Francisco
Daniel Peruga, diácono reducido al estado laical por petición propia
Este tremendo contraste arroja como conclusión que a todas luces se ha buscado como resultado en esta llamada Trama Maña acabar con monseñor Ureña y cualquier cabo suelto, como es el rvdo. Barco. Y se ha hecho con alevosía: la destrucción de monseñor Ureña a cualquier coste. Sin embargo, este “a cualquier coste“ ha dejado sueltos otros cabos que han quedado ocultos. Y pronto hablaremos de ellos aquí. Una misma estrategia tiene pena para unos y no la tiene para otros. Ureña es acusado por el Papa de un falso soborno, y se le condena sin compensación, solamente con amenaza de ser reducido al estado laical. Barco es sobornado para que acepte una condena por algo que no ha hecho y se le declara en rebeldía por no acatar. A Ureña se le amenaza con lo que a Barco se le obliga a acatar: Ureña sería reducido ipso facto al estado laical por el Papa Francisco si no deja su cargo por falsas acusaciones, Barco es castigado con la pena con la que amenazan a Ureña pero le amenazan más allá si no la acata chitón. El más allá para Barco es hacer pública su reducción al estado laical y avisar a compañeros sacerdotes y obispos que ha sido apartado del ejercicio del sacerdocio. La estulticia de Omella frente al delito sibilino de Stella consiste en no darse cuenta que en realidad, a Barco se le ofrece la Cruz o un plato de lentejas pasadas. Se le deja sin opción, y es peligroso llegar a un punto en que un hombre o una mujer de principios no tienen nada que perder.
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