Al final de la Entrada anterior, que puedes revisitar haciendo clic aquí, decíamos que a pesar de haber hablado públicamente en la Radio el 27 de febrero de 2015, y manifestado que no había habido nunca ninguna acusación de ningún tipo contra Miguel Ángel Barco; y haber manifestado que la situación conflictiva de Épila y Zaragoza quedaba zanjada y que Miguel Ángel Barco volvía a Alcalá tras sus servicios perfactamente satisfactorios en su Comisión de Servicios en la diócesis de Zaragoza, el arzobispo Vicente Jiménez se contradijo a sí mismo casi cuatro años después en diciembre de 2018 dando indicios de pérdida de memoria o bien de incongruencia sobre el caso Barco o, peor sería, dando muestras de haber sido presionado por los cardenales Omella y Stella. Vicente Jiménez Zamora escribe en este momento una carta al clero de Zaragoza cuando Barco lleva casi cuatro años fuera "alertándolos".
Carta del Rvdo. Miguel Ángel Barco al arzobispo de Zaragoza D. Vicente Jiménez Zamora
Miguel Ángel Barco escribe al Arzobispo Jiménez tras esta aparición de la carta mandada por Jiménez a todos los sacerdotes y religiosos de la diócesis, y de la cual se hizo eco inmediato en El Periódico de Aragón relacionando la dimisión impuesta a Barco con los presuntos abusos que parecía querían seguir atribuyéndole a pesar de no existir denuncia alguna; y pide una rectificación en defensa de su honor, a lo que el Arzobispo responde con un mutis. Esto generó que Barco escribiera a su vez a los mismos destinatarios de la carta de Vicente Jiménez, en defensa propia y como prometía si no había rectificación sobre algunos puntos infames.
Y como decíamos en la Entrada anterior, presentamos ahora estos documentos.
El artículo en El Periódico de Aragón
Copiamos aquí el texto del artículo al que se refiere Miguel Ángel Barco en esta carta suya a D. Vicente, el artículo original del El Periódico de Aragón está enlazado aquí.
El Papa Francisco ha decidido retirarle el estado clerical a Miguel Ángel Barco López, el que fuera párroco de Épila y se viera implicado en el escándalo del diácono que presentó quejas por acoso y que acabó con la salida forzosa como arzobispo de Zaragoza de Manuel Ureña. El prelado no llegó a dar crédito a la versión del joven, pero le pagó 60.000 euros (casi 100.000 euros, según algunas fuentes) a cambio de rescindir la relación contractual.
El sucesor de Ureña al frente de la Iglesia zaragozana, Vicente Jiménez, así lo comunicó el pasado lunes por carta a los sacerdotes y comunidades religiosas de la diócesis. El arzobispo señala que Miguel Ángel Barco está en actitud de rebeldía frente a la decisión de la Santa Sede de imponerle la pérdida del estado clerical
«al mantener su voluntad de no abandonar la vida sacerdotal, después de un año de que le fuera notificada esta pena».
El prefecto de la Congregación para el clero, el cardenal Beniamino Stella, le ha escrito sobre este tema al propio arzobispo Jiménez, quien considera conveniente que todos los religiosos de las diócesis de Alcalá de Henares, Barcelona y Zaragoza sepan que Miguel Ángel Barco ha perdido el estado clerical.
«Por disposición de la Santa Sede, no debe vestir como sacerdote, ni celebrar los sacramentos, ni predicar, ni enseñar materias teológicas, así como tampoco desempeñar cargo alguno de dirección en el ámbito pastoral ni conferir responsabilidad alguna en la administración parroquial»,
señala Vicente Jiménez.
Recuerda que
«ejercer el ministerio sacerdotal, una vez dimitido del estado clerical, es un acto gravísimo contra la comunión eclesial que podría comportar la imposición de penas a quien lo hiciere y a quien lo permitiese o favoreciera».
La carta de Vicente Jiménez finaliza
«pidiendo al Señor que ilumine el camino de Barco López a fin de que pueda reconducir su vida tamquam laicus –como laico–.
En febrero del 2015, tras destaparse la polémica por el asunto del diácono, el arzobispo Jiménez decidió apartar a Barco de la Iglesia de Épila. Le conminó a regresar a Alcalá de Henares, diócesis a la que pertenece y desde la que llegó a Aragón en comisión de servicio. Jiménez tomó esa medida, después de convocar el consejo de gobierno, organismo que representa a todos los vicarios de la archidiócesis.
SALIDA SORPRESA
El nombre de Miguel Ángel Barco saltó a la luz, poco tiempo después de una repentina renuncia por parte de Manuel Ureña un 12 de noviembre del 2015. Alegó problemas de salud. Posteriormente se tuvo conocimiento que fue la Santa Sede la que impulsó dicho cese.
Fue después de que se autorizara una indemnización de 60.000 euros netos al diácono Daniel Peruga, a través de la nómina del mes de noviembre. Este fue el único pago realizado con los fondos del arzobispado. Se produjo después de que este joven, ya en su condición de diácono y en los primeros días de noviembre de ese año, solicitara por propia voluntad, a través de una instancia dirigida al Papa, la pérdida del estado clerical y la dispensa de la obligación del celibato.
Paralelamente se inició una investigación por parte del propio arzobispado sobre la supuesta comisión de un delito de acoso por parte de Miguel Ángel Barco, expárroco, y el diácono. Barco también interpuso denuncia ante la Guardia Civil por presuntas injurias y amenazas por parte de Peruga, si bien no amplió la misma en aras de un acuerdo entre las partes. Ahora, Barco está fuera del sacerdocio.
EN NEGRITA mi subrayado en que se ve en el artículo de El Periódico de Aragón, en su primer párrafo, que el diario insiste en que Barco fue expulsado de Zaragoza y "conminado" a volver a Alcalá. Justo lo contrario es lo que dejaba muy claro el Arzobispo Jiménez en las ondas de Cadena Ser en febrero de 2017. Pero esto es no solo la "teoría" del cardenal Omella, sino más bien la "versión" que Omella quiere imponer.
En las segundas líneas en negrita El periódico de Aragón dice lo sabido de todos, que Ureña fue expulsado, no que se retiró por problemas de salud. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, dice el refrán español.
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