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Mons. Jordi Bertomeu, ocultador de pruebas de pederastia que comprometen a cardenal Omella

Monseñor Jordi Bertomeu, en la portada de la revista Vanity Fair

El cardenal Omella se define a sí mismo como mera paloma mensajera: nunca sabe nada, solo transmite órdenes

Nos hacemos eco aquí de un artículo publicado en el blog ultra, Germinans Germinabit. Nos hacemos eco aquí de un artículo que, al poco de ser publicado, fue retirado. Y nos hacemos eco porque nos cuentan y nosotros informamos de que Omella ha hecho una llamada amenazando al autor, el padre Custodio Ballester. Nosotros no hemos publicado este artículo. Hemos hecho una llamada al cardenal Omella, y hablado con él en una conversación larga. Niega y desmiente los rumores de que él haya amenazado al autor de este artículo, y a nadie.

Nosotros no podemos ni creerle ni dejarle de creer. No es nuestro cometido. Omella nos dice que él siempre busca el diálogo, y que no es su estilo amenazar. También hemos hecho una llamada al autor del artículo que ha sido retirado, y nos dice que Omella le ha llamado. Nos cuenta que el cardenal Omella ha sido amable, pero que le ha pedido de modo contundente que retirada el artículo. Pero hay más. Nos cuenta el Padre Custodio Ballester, que monseñor Jordi Bertomeu también le ha llamado por teléfono desde Roma. Nos cuenta que le ha pedido que retire el artículo, de hermano sacerdote a hermano sacerdote, que ha sido engañado por el autor del libro, y que no sabía que saldría en un medio tan frívolo. Además, le explica monseñor Bertomeu al Padre Custodio, que no sabía que el susodicho libro era un libro que hacía burla morbosa del comercio del sexo en la curia romana. Por menos criticaron al Cardenal Sarah, o a Benedicto XVI, mientras que el benjamín de los monseñores es una pobre víctima de su propia torpeza y estulticia.


No es la primera vez que Bertomeu, todo un "capo" de oficina de la Congregación más poderosa del Vaticano, la Congregación de la Doctrina de la Fe) y de su departamento más sensible ("Delicta Graviora", ofensas muy gaves), se ve envuelto en frivolidades. Hablaremos más de ello. Recientemente su frivolidad le ha llevado a comprar una campaña difamatoria con la ayuda de Omella, como hemos informado aquí, y ampliaremos la información con los contenidos calumniadores en Religiondigital.com.



Buena lectura.

Jacques Pintor

Copyright @2024 JACQUES PINTOR Cualquier cita de este artículo debe hacer referencia directa a esta entrada, a este Blog y al autor Jacques Pintor. Para aportar información escribir a jacquespintor@gmail.com,Twitter @jacquesplease
EN ESTA ENTRADA:
- Carta abierta a Jordi Bertomeu, el "Agente 007" del Vaticano contra los abusadores
- Enlace a la revista Vanity Fair, y a su artículo sobre el agente de la Congregación de la Fe en el Vaticano

Jordi Bertomeu, ocultador de pruebas de pederastia. Artículo retirado: "Carta abierta a Jordi Bertomeu, el "Agente 007" del Vaticano".

Apreciado Monseñor y hermano en el sacerdocio:


He leído con sumo interés tu entrevista publicada en la pijísima revista Vanity Fair y que has concedido a Vicens Lozano, periodista asalariado de TV3 y flamante autor de ese pasquín morboso titulado Intrigas y poder en el Vaticano, que subtitula como Una crónica de los secretos y los escándalos mejor guardados. En el capítulo 14 se incluyen las siguientes entradas: Un prostíbulo en la Santa Sede; Los pecados de la carne; Clubes y casas de citas; El todopoderoso lobby gay; El misterioso poder intra muros; Un restaurante “especial” y muy secreto.

Para no hablar con los periodistas, consciente de que tu delicada, compleja y muy confidencial tarea como oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe (la antigua Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición o Congregación del Santo Oficio) debes ser discreto, alejado de los focos mediáticos y del ruido que estos comportan, te has despachado a gusto con el tal Lozano, que incluye tus palabras en el anexo de su escandalosa obrita.

La chocarrera ocurrencia del reportero de publicar tu conversación en el frívolo magazine Vanity Fair, con sus secciones de Realeza, Sociedad, Poder (donde se incluye tu entrevista), Lujo, Cultura, Vídeo, Compras y La revista (con señoritas enseñando carne y lencería), te sitúa no en la circunspecta seriedad que tu misión exigiría, sino al nivel de Dakota Johnson o de Tamara Falcó, buenas chicas ellas, pero con un considerable nivel de trivialidad y ligereza. Y no te digo nada si tus palabras en una publicación como la de Lozano no dejan en entredicho esa honestidad, delicadeza y espíritu de sacrificio que elogian las victimas que has tratado y que conocen y valoran tu alma de pastor, y han acabado conformando una chabacana vulgarización de la dignísima tarea que afirmas desempeñar.

Esa toma de conciencia de la extrema gravedad de este fenómeno de la pedofilia en la que dices que estamos avanzando y que, por otra parte -afirmas-, ha existido siempre, empezó en Estados Unidos, en los años noventa. ¿Cómo puedes afirmar eso y olvidar que el Código de Derecho Canónico lo ha considerado gravísimo desde siempre, aún antes de la reforma papal, hasta especificar el canon 1395 § 2 lo siguiente?: “El clérigo que cometa de otro modo un delito contra el sexto mandamiento del Decálogo, cuando este delito haya sido cometido con violencias o amenazas, o públicamente o con un menor que no haya cumplido dieciséis años de edad, debe ser castigado con penas justas, sin excluir la expulsión del estado clerical cuando el caso lo requiera”.

No habéis inventado pues la sopa de ajo. Otra cosa es que la negligencia catatónica de tanto mitrado haya dejado a la Santa Iglesia a los pies de los caballos. No actuaron cuando podían para evitar el escándalo público. Así pues, no apartaron del ministerio sacerdotal a los infractores ni los pusieron en tratamiento sanador. Ahora solamente los destruyen -obviando cualquier posible calumnia, que las hay- dejando toda la carga de la prueba al posible infractor ya que, como dices, hay que hacer una evaluación jurídica con las reglas que ayudan a llegar a la certeza moral sobre unos hechos inciertos

Escucha, Jordi. Ya sé que el Vaticano -la Iglesia Santa y Católica es otra cosa- presionado por los mass media, cortó por lo sano; pero no poniendo firmes a los obispos (con “Cumbre sobre abusos” y todo, no hay manera de ponerle el cascabel al gato), sino suspendiendo los derechos jurídicos de los sacerdotes… Un auténtico estado de excepción a causa de la irresponsabilidad criminal de ciertos obispos, demasiados, que teniendo encomendado el control moral del clero, y el Derecho canónico como instrumento, no hicieron nada. El resultado es que, como consecuencia de esos gravísimos “delitos" episcopales, se ha proclamado ese estado de excepción en la Iglesia, es decir la suspensión práctica del Derecho canónico. Para los curas, no para los obispos, que tienen un enrevesado procedimiento propio y, por ello, blindado.

Todo sacerdote acusado ante Roma (los obispos no tendrían que comprometerse a nada) incurre en presunción de culpabilidad; la presunción de inocencia se proclama cual brindis al sol, pero sin oportunidad material de ejercerla y, por tanto, ya ni se le juzga: se incoa contra él un expediente administrativo extrajudicial sancionador -papel sobre papel- y así se va más rápido, y sobre todo se le da carnaza al circo mediático que, sobre todo después de la gran Cumbre, no para de vociferar exigiendo víctimas. Y como eso es urgente, pues se le sacrifican torpemente esos chivos expiatorios (papel del que se excluye a quien hay que excluir). El problema es que las nuevas normas procesales emanadas, adolecen de unas deficiencias que dejan en total indefensión a los pobres curas calumniados, que también los ha habido. Y tú lo sabes, Jordi.

Tus jefes derogaron los cánones que prohibían la promulgación y aplicación de penas expiatorias perpetuas sin un proceso judicial, en particular la de expulsión del estado clerical, lo cual lleva a la segunda facultad: la posibilidad de poder infligir -en virtud del canon 1399- la pena de dimisión del estado clerical no sólo por delitos que prevean este tipo de sanción, sino también por comportamientos no expresamente previstos como delitos, ni por la ley particular ni por la universal -queda a la discreción de la autoridad episcopal el definirlos- con tal de que sean especialmente graves y sea necesario prevenir o reparar escándalos de cualquier tipo, aunque no sean sexuales precisamente…

Mira, Jordi, yo no soy doctor en Derecho Canónico, pero también he estudiado el tema y tengo ojos en la cara. El Derecho Penal positivo indica que sólo se puede dictar condena contra alguien, si la culpabilidad está más allá de toda duda razonable. Es decir, no se puede condenar a nadie si existe una duda razonable sobre su culpabilidad. Esa certeza moral sobre hechos inciertos que tus mentores – tú hablas siempre por boca ajena y se te nota- se han sacado de la manga, es la misma con la que los fiscales del odio de nuestro corrupto sistema político persiguen a los que llevan la contraria al pensamiento dominante.

Esa certeza moral de la que hablas es una filfa que está fuera de todo Derecho natural o positivo, pues no se basa ya en el dato objetivo que debería motivar la sentencia, sino que es una contradictio in terminis, pues si los hechos son inciertos (porque no hay testigos o los hechos están muy alejados en el tiempo, y vosotros sois los culpables de haber dejado pasar el tiempo) nunca podréis dictar una sentencia justa sólo con una certeza moral. Si en los mismos decretos de dimisión del estado clerical nunca motiváis la sentencia, sino que simplemente enunciáis la pena monda y lironda sin posibilidad de recurso (detrás está la rúbrica del Papa), ¿dónde queda el derecho de defensa de unos reos que no saben realmente en virtud de qué delitos finalmente los han condenado, ya que no se han sometido ni a un miserable careo ni a un juicio oral? A pesar de que el derecho general contempla siempre la prescripción del delito -el desvanecimiento de la responsabilidad penal- porque el paso del tiempo difumina los testimonios y hasta las mismas pruebas acaban esfumándose, la novedosa dispensa canónica de esa prescripción para contentar a un circo mediático que exige sangre, muestra la arbitrariedad de unos procedimientos eclesiásticos que acaban resultando abusivos y despóticos, pues terminan dejando sin defensa a los vivos y hasta a los difuntos.

Así ha quedado consumada la liquidación del Derecho Canónico en lo que a disciplina y seguridad jurídica del clero se refiere. Con estas nuevas disposiciones, todo lo pontificias que se quiera, se convierte al cura en un ciudadano de cuarta categoría, cuya justicia funciona a base de seguridades morales –“certezas”- y de discrecionalidades respecto a la gravedad de lo que se le acusa: resolviendo siempre por vía administrativa y decreto extrajudicial, que es más rápida y efectiva, sin un real derecho de defensa ni de apelación.

Yo no me voy a meter en ese berenjenal -en el que te mueves como pez en el agua- de si hay o no una relación directa entre pederastia y homosexualidad, que tú resuelves negativamente con una lógica muy particular (la de tus jefes). Lo que sí que sé es que una y otra constituyen un grave desorden moral: un oneroso pecado y, como tal, una ofensa a los mandamientos de Dios y a la caridad hacia los hermanos. Conceptos a los cuales no te has referido en ningún momento.

Ese abuso sexual, el abuso de poder y el abuso de conciencia que dices se sitúan en el mismo plano de comprensión, esa «cultura del abuso» fue la que desarrolló durante años en Barcelona la Casa de Santiago, fundada por el iluminado Rvdo. Alfredo Rubio de Castarlenas, como bien sabes. Las víctimas de esta funesta institución pseudonudista, menores y adultos, que crecían en el “amor a Dios y a los hermanos” (era su perversa doctrina) con un indiscriminado comercio carnal, se cuentan por docenas en Barcelona, en España y en el extranjero. Algunos de los diáconos culpables fueron finalmente ordenados sacerdotes extradiocesanamente con unas cartas dimisorias misteriosamente firmadas en nuestro propio Arzobispado, obviando todos los delitos… Cuando llegó el bueno de D. Ricardo Mª Carles y se encontró con el herrumbroso pastel, se indignó de tal modo que suprimió inmediatamente la Casa de Santiago y desvinculó a la diócesis de Nous Camins, la marca blanca que usaban para sus desatinos. Lo despellejaron vivo…. A pesar de que una de las víctimas de los abusos se acabó suicidando y las consecuencias morales y psicológicas siguen siendo terribles para los afectados, el grueso expediente informativo que incoó el fiscal diocesano de la época, Mons. González Agápito, sobre abusadores y abusados -clérigos y laicos- se ha entregado varias veces a la autoridad competente y otras tantas ha desaparecido, cual sumario de Carrero Blanco.

Te paseas por el mundo rastreando abusos y entrevistando víctimas, recogiendo testimonios y redactando informes, buscando certezas morales… y todavía no te has dignado venir a Barcelona para llevarte de una vez a tu Congregación para la Doctrina de la Fe el expediente de la Casa de Santiago y fulminar a los culpables -la mayoría luciendo todavía el palmito- con todos esos interdictos que permite el nuevo Derecho Canónico reformado decretalmente por el Santo Padre. Si la justicia canónica de la que eres especialista y gran predicador no es selectiva y arbitraria, ven a Barcelona, hombre. Te esperamos, Jordi… De esta manera podremos creer en la sinceridad de tus buenas intenciones. Así comprobaremos de primera mano que eres verdaderamente ese competentísimo agente 007 con licencia no para matar, sino para castigar los abusos y consolar a las víctimas.


No te conviertas con tu inacción en aquel torpe y aturdido Johnny English, indigno remake de un James Bond venido a menos, transformándote, muy a tu pesar, no ya en el valeroso 007, sino en el Agente 020-30 de un mundo que nos quiere ver humillados y sosegadamente derrotados para que, de esta manera, los bautizados dejemos de ser luz del mundo y sal de la tierra (cf. Mateo 5, 13). Silencioso escombro de un mundo que nos pisoteará sin compasión por haber renunciado a una Verdad que nos hubiese hecho fuertes y libres.

Estoy seguro, apreciado amigo, de que mis palabras no te ofenderán ni a ti, ni a tus jefes. He querido compartir mis reflexiones contigo -como dice el apóstol Pedro- con humildad y buena conciencia (1Pe 3,16). No para avergonzarte, sino para recorrer juntos ese camino sinodal través del que la Iglesia quiere renovarse. Y espero que así sea.

Afectísimo en Cristo

Un cura


Copia de pantalla del artículo en Germinans Germinabit

Para mayor abundamiento de la información que queremos transmitir a la amable lectora, el amable lector, aquí dejamos las copias de pantalla del artículo en Germinans Germinabit.


Enlace a la revista Vanity Fair, y a su artículo sobre el agente de la Congregación de la Fe en el Vaticano

A través de este enlace aquí se llega a la publicación en Vanity Fair, "la feria de las Vanidades". No creemos que Vanity Fair retire la publicación.




El artículo lo publica Vicente Lozano, periodista colegiado del Col.legi de Periodistes de Catalunya, como el Editor de esta página que estás leyendo, amable lector, querida lectora. El artículo es "primicia", solamente en el sentido de que, aun habiéndose publicado el contenido de esta entrevista anteriormente -y el mismo autor lo cuenta en el cuerpo del artículo-, habría sido adaptada y puesta al día por el mismo Jordi Bertomeu a petición del autor, el reconocido periodista colegiado Vicenç Lozano, pasados unos meses y para la inminente publicación en otro idioma, el castellano, siendo el original en catalán.

 
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