Por su interés reproduzco el artículo aparecido el 6 de junio de 2020 en el Blog "La Cigüeña de la Torre". Lo reproduzco tal cual aparece en ese portal, sin cambios. Enlazo el artículo original, que puede leerse haciendo clic aquí.
"El Nuncio Auza tiene por delante una enorme tarea, en lo que a nombramientos episcopales toca, en la que ya ha comenzado a intervenir. La inauguración ha sido facilita, dos auxiliares han pasado a titulares de sedes secundarias y, dicen, que a última hora, ha detenido, al menos de momento, lo que amenazaba con escándalos.
El nuncio debería esmerarse por evitar dos amenazas, una grave y otra gravísima, que pueden hundir hasta extremos insospechados a la Iglesia española. La primera, la solo grave, sería acabar de una vez con la mediocridad episcopal que daba la impresión era la condición necesaria para llegar a obispo. No malos, corrientes o incluso por debajo de ello. Y no hay empresa que pueda prosperar dirigida por mediocres. Que no son nada durante su obispado y ya, cuando pasan a eméritos, desaparecen en la nada. Que en realidad es lo que siempre han sido.
Eso es lo malo, luego viene lo malísimo. Si lo anterior hay que evitarlo, esto es de absoluta urgencia y necesidad. Y eso que viene diciéndose desde hace dos mil años sin que ninguno al parecer se haya enterado. «Porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse». ¿Se ha dado cuenta el Nuncio de que hasta en encubrimiento podría incurrir? ¿Con las normales consecuencias? Ojalá sea así y nos ahorre, se ahorre él y, sobre todo, ahorre a la Iglesia, nombramientos escandalosos que iban a pregonarse desde las azoteas.
Afortunadamente los impresentables son muchos menos que los mediocres pero los hay y también quienes les apoyan. Los nuncios deberían tomar nota no solo de los apoyados sino también de los apoyantes. Es muy fácil dar con ellos porque en sus diócesis los conocen todos. Por ejemplo en una diócesis al sur del Tajo en el que están en boca de muchos, elementos de gobierno, formativos y hasta pululantes, sin que el obispo, un mediocre de libro, quiera enterarse de nada aunque tiene que saber todo."
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